La economía y el coste de oportunidad

En la actualidad, existen pocos "buenos empleos" y muchos "malos empleos". Un "empleo malo" se considera a uno que no permite salir de una situación económica precaria, como una crisis, y en ese caso, las personas con "empleos malos" tendrían la necesidad de tener otros empleos adicionales para salir de la pobreza y mitigar su problema de escasez monetaria.

Cuando escuchamos la palabra economía, pensamos automáticamente en la palabra dinero, y si lo relacionamos con esas personas con "empleos malos" llegamos a la conclusión de que estas personas tienen un problema de escasez. El dinero es un recurso que necesitamos y que siempre (o más bien, en general) nos parece que tenemos poco, porque con él cubrimos nuestras necesidades básicas, además de hacer todo lo que creemos que necesitamos para estar mejor.

Es en el momento en el que, desde el punto de vista económico, esas necesidades superan los recursos económicos, hablamos de estar en una situación de escasez. Por ello, para mitigar esa escasez, debemos elegir qué hacer, con la consecuencia de perder la oportunidad de realizar otras cosas. Esto se conoce como coste de oportunidad, y es la economía la que nos ayuda a reducirlo al renunciar a algunas de esas necesidades ilimitadas.

En realidad, no podemos realizar todo lo que queremos al tener unos recursos limitados, por lo que hay que elegir entre lo que de verdad necesitamos y lo que puede ser prescindible. 

El problema está en que muchas personas no son capaces de distinguir entre necesidades básicas y las que no lo son, y no limitan su coste de oportunidad. En mi entorno me he encontrado personas así, que son capaces de irse en verano de vacaciones a otra ciudad, país... o comprarse el último smartphone que ha salido al mercado cuando el que tenían ni siquiera está estropeado, pero luego se quejan de que apenas tienen para comer o pagar la luz de su casa y se preguntan qué va a ser de ellos. A la hora de intentar aconsejarles que es mejor dejar de irse de vacaciones o no comprarse ese smartphone tan caro, contestan algo tan absurdo como "¿es que los pobres no podemos tener caprichos?" Es una pena que haya muchas personas así, que no dejan de hacer una cosa para poder hacer otra que es más necesaria para sobrevivir, pero a veces la realidad es muy dura, y quejarse no es la solución.

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